22 de agosto de 2007

Lo que se dice llamar eternidad.

Recuerdo que solíamos juntarnos alrededor de una llama, la que nos mostraba nuestros rostros y el del hasta ahora desconocido, todos llegan siempre con cara de incertidumbre, se dicen frases de cortesía, se miran para encontrar un reflejo de ellos mismos en la vanidad ajena, con eso podíamos empezar a entender todo, era entonces que se encontraban las miradas entorno al fuego, las llamas entraban en contando con nuestra unión, entrábamos en un trance celestial y era en ese momento cuando nos era indicado el camino, cantando gloria a los santos nombres nos alejábamos de la zona santa y nos dirigíamos al festín de los moribundos, en donde devorábamos a toda alma en una salvaje sesión de canibalismo sangriento, momentos como este nunca se hablaba mucho, era mas bien una comunicación sensorial, el saber que todos estaban ahí por la misma razón, es lo que hace mas fuerte los lazos.


Luego de endulzar nuestras gargantas con el elixir de la amistad, empezaban a salir las verdades ocultas de la realidad material y espiritual un momento de compañerismo y sacrificio por los momentos caídos, el pasado nos marca y nos une, son todos cuentos viejos, que serán contados hasta la muerte y del mismo modo, la gente no cambia, y siempre espera lo mismo, el ser escuchados les hace feliz y el recordar los hace triunfadores, aunque todos se conocen, todos esperan algo mas, nunca es tan fácil y verdadero como se cree.


Cada uno llevaba una mascara, la que se usaba luego de contar las historias escondidas, “las verdaderas mascaras” así era como las llamábamos, era en ese momento donde se veían los defectos de las amistades, nadie tiene la culpa, aquí son todos inocentes, y todos tienen algo que decir, se escuchan las voces detrás de las mascaras y son odios, envidias, caprichos los que se oyen se nombraban una por una y se celebraba cada vez con mas entusiasmo, nadie podía ver los rostros, solo una mascara expresando siempre el mismo sentimiento, a nadie le importaba lo que había detrás, solo se apuntaba y se reía, cada uno con lo suyo, era nuestra frase, cada quien se hacia cargo de lo que decía y de lo que escuchaba en esos momentos, las verdades marcaban y las heridas sangraban, ya no era tanto un festín, era mas una masacre, cada quien veía de otra forma ahora, el amigo ya no era tan amigo y el que ahora reía era el fuego del sacrificio, el silencio se escuchaba muy dentro de cada uno y las mascaras caían lentamente hasta fragmentarse en el suelo, todos abrían los ojos, veían a su alrededor, respiraban, ya nadie festejaba, ni nadie combatía, era el momento esperado, donde cada uno sentía renovada su vida, todos nos mirábamos y el silencio era destruido, las risas renacían como el fénix y los gritos eran olvidados, las memorias de cada una de estas vivencias son del tiempo, sin recuerdos, sin rostro.


Era el fin de las penurias y cada uno descansaba en su lugar, dormía, creo.



Pero el día despertaba y el comienzo era anunciado, todos se levantaban y corrían a su hogar, las miradas van, pero los silencios prevalecen, aunque nadie olvida, nadie quiere recordar, no se si es decepción o solo es querer esconderse, talvez ambas.



El día del reencuentro ya estaba fijado y todos se juntaban poco a poco en el lugar acordado, a estas alturas ya nadie recuerda o habla del tema, no al menos entre nosotros, cada uno mira a través de su mascara nuevamente, pero esta es una mascara distinta, es la mascara de la mentira, todos mienten y todos sienten, nadie dice la verdad y la realidad continua oculta, al menos hasta que se acaba, todos se ven y nadie quiere verse a si mismo, son todos pasado, desde un principio fue así, no esperaba mas, entre nosotros seremos amigos por siempre, pero yo olvido los rostros con facilidad, es un momento cerca del final cuando todos se reúnen, se camina por el mismo camino y el resultado es para todos distinto, en el final nadie mira el rostro del otro y se vuelven todos héroes, santos.

Si preguntan, fue genial, inolvidable, lo máximo y si tuviera que hacer todo otra vez, lo haría, pero esta vez cerraría los ojos antes de caer.