7 de mayo de 2012

Hablo


(Parte Uno)

Hablo de ti, pues qué más me queda. En los pasillos vacíos de enormes paredes blancas, luces tenues de media tarde, veo siluetas y sombras cayendo en un espacio oblicuo y sin salida. Algunas voces que se desprenden de los rincones, vidas olvidadas en este segundo, inconciente voy y solo puedo escuchar una voz. Son apenas unas palabras, dichas en suspiros, en silencios, en miradas. 

"Vas errante por senderos tortuosos, fatigado de tu existencia insípida. Conoces las decepciones, también el dolor, aquellas emociones que intentas ocultar detrás de esas tiesas sonrisas. Te haz refugiando de la vida en los absurdos callejones de las palabras. De tu existencia más me dicen tus silencios, más me dicen de lamentos.

Te mantienes en un aislamiento continuo vislumbrando al cielo caer, y es como un infinito desfigurado donde imaginas una habitación en llamas: techos y murallas que te esconden de las concepciones materiales; estas solo y en silencio, evitando las miradas perdidas en un universo inmutable, evitando sus temores de una vida miserable. Lejano de toda sensación permaneces quieto en este rincón sin sentir aún el abandono, sin percibir que se han desvanecido los muertos. Equivocas cada palabra y con ellas apagas las últimas impresiones que adornan tu sentimiento fantasmal. Y sin más sonrisa arrastras la lengua por las cenizas. Así es, así fue y será vivir. Postergado… postergado, muere dentro tuyo cada segundo, muere ennegrecido todo latido, asfixiado y sin cobijo donde callar las penas. Lo haz abandonado. La imagen y temor que olvidas es la palabra mermada sobre la que descansas. No calles, el cielo esta cayendo sobre un manto negro. Y no es de ti de quien hablo, sino del océano, de aquel charco, de unas lágrimas.

Das un paso y me arrastro detrás de ti…

Quedas observando al vacío como si tuvieras ante tu mirada un espejo. Lo haz creado y es solo tuyo ahora, este espacio de insomne silencio que se extiende como camino de cuadros y recovecos, donde todo se va escabullendo sin imagen ni memoria. Es un juego infantil de tristes dimensiones donde rodeas, persigues y evitas tu misma sombra, con la gracia patética de quien se olvida y se pierde a si mismo, de quien se tiene enfrente con la quijada quebrada y no reconoce el hueso. Siendo agarrado solo por la carne, del alma errante apenas queda rastro. Inquieta e imborrable figura que no se sostiene en sus piernas sino que flota como una niebla. Y no se puede mirar, se desconoce los zapatos, los trapos que cubren un tosco cadáver se encarnan en el oscuro fondo, dejando tan solo el recuadro triste de un rostro, no más sincero que un espasmo que agrieta la perpetua masa de homogénea nada. Y sin decirlo lo dice, que es más de lo que alguna vez soñó, y es tan escaso que lo guarda, tan efímero que se calla, tan incomprensible que lo ama. Por el miedo de perder lo perdido… mira al vacío y no ve nada.

Concebiste un despojo y encontraste bajo tus pies el ahora, el ayer y el mañana vacilando con un andar fatigado, recorriendo los escombros de una oscura realidad. Antes de caer se sostuvo de lo único que tenía y llevo consigo todo lo que arrastran las palabras. En una fría noche de verano, con los ojos perdidos y a la sombra de un barranco, viste su mirar taciturno de una frágil alma mancillada. Su triste figura danzaba y se perdía entre los escombros polvorientos que caían desde las ventanas iluminadas, va descalza y ya no siente nada.